Catequesis para la confirmación – Capítulo 1

Catequesis para la confirmación – Capítulo 1

Prepárate para recibir el don del Espíritu Santo, prepárate para ser discípulo y apóstol de Jesús.

Nos empezamos a preparar para recibir el sacramento de la Confirmación. Atrás va quedando la niñez, y aunque nos vamos haciendo cada vez más adultos, no dejes nunca de ser como un niño, porque, como dijo Jesús: 

«¿Quién es el más grande en el Reino de Los Cielos?» Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo: «Yo os aseguro que si no cambian y no se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los Cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí. Y cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque yo les digo que sus ángeles ven continuamente el rostro de mi Padre que está en el Cielo.» Mateo (18, 1-5)


«Dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis; porque de ellos es el Reino de los Cielos»

Mateo 19:14


Ahora, Jesús, te quiere para ser su apóstol, su discípulo. Jesús quiere que le sigas, que aprendas y estudies su doctrina, que reces a su lado, que le ayudes a dar de comer al hambriento, de beber al sediento, a estar con los enfermos y sobre todo para anunciar su doctrina a todo el mundo, anunciar a los demás la Buena Noticia.

Para poder estar preparados para esta responsabilidad vamos a necesitar la fuerza y los dones del Espíritu Santo, de la misma forma que, el día de Pentecostés, los apóstoles recibieron el don de Espíritu Santo para salir, de donde se encontraban asustados y escondidos, a pregonar en las plazas la Buena Noticia de que Jesús había resucitado.  

Jesús es el camino, la verdad y la vida ¿Estás preparado para ser su discípulo?

Ánimo, solo necesitas:

  • Aprender su doctrina para poder comunicarla a los demás tal como lo haría Jesús.
  • Rezar. La oración es nuestra armadura y la espada contra el mal, la oración es el alimento de nuestra alma, la oración es hablar con Dios y la oración es ayudar a Dios para que se haga su voluntad. Ten esto muy en cuenta, sin la oración no podemos absolutamente nada, sin la oración Dios no obra a nuestro lado.
  • Ayudar a los demás: háblales de Jesús, ten misericordia de los demás como Dios la tiene contigo, perdona a los demás porque Dios también perdona todos tus pecados, visita a los enfermos y ayuda a los pobres porque en ellos está Jesús representado: “Jesús está presente aquí, Jesús está presente donde están los pobres, los enfermos, los encarcelados y en los que sufren. Jesús está presente” – Papa Francisco.
  • Ofrecer tu vida ordinaria a Dios, esfuérzate por hacer las cosas bien, sabiendo que Dios te está viendo y se enorgullece de sus hijos que lo aman. Ofrécele tu trabajo, tus estudios, tu educación y toda tu vida.
  • Abrazar la misericordia de Dios. Somos pecadores y vamos a caer una y otra vez en el pecado ¡No te entristezcas! La tristeza es una de las armas que tiene el demonio para humillarnos y empequeñecernos. Abraza la misericordia de Dios y trata de no volver a pecar. Y tranquilo, si vuelves a caer en el mismo pecado, Jesús te va a perdonar «setenta veces siete», simplemente pídele perdón con humildad, con amor, con dolor de los pecados y con el propósito de no volver a pecar. La confesión frecuente y tomar la Eucaristía nos darán las fuerzas necesarias para ser cada vez mejores.
  • Ayudar a la Iglesia. La Iglesia la fundó Jesucristo y es nuestro deber cuidarla y ayudarla.