Segundo Libro de Samuel – Capítulo 24
El censo de los israelitas
1 Cro 21.1-5
1 El Señor volvió a indignarse contra los israelitas e instigó a David contra ellos, diciéndole: «Ve a hacer el censo de Israel y de Judá».
2 El rey dijo a Joab, el jefe del ejército, que estaba con él: «Recorre todas las tribus de Israel, desde Dan hasta Berseba y hagan el censo del pueblo, para que yo sepa el número de la población».
3 Joab respondió al rey: «Que el Señor, tu Dios, multiplique al pueblo cien veces más de lo que es, y que los ojos de mi señor, el rey, puedan verlo. Pero ¿por qué quieres hacer esto?».
4 Sin embargo, la orden del rey se impuso a Joab y a los jefes del ejército, y estos salieron de la presencia del rey para hacer el censo del pueblo de Israel.
5 Cruzaron el Jordán y acamparon en Aroer, al sur de la ciudad que está en el valle del torrente de Gad, dirigiéndose luego a Iazer.
6 Llegaron a Galaad y a la región baja, en Jodsí. Pasaron a Dan Iaán y luego, continuando el circuito, llegaron a Sidón.
7 Entraron en el Fuerte de Tiro y en todas las ciudades de los jivitas y de los cananeos, y luego partieron para Berseba, en el Négueb de Judá.
8 Así recorrieron todo el país y, al cabo de nueve meses y veinte días, llegaron a Jerusalén.
9 Joab presentó al rey las cifras del censo de la población, y resultó que en Israel había 800.000 hombres aptos para el servicio militar, y en Judá 500.000.
El castigo del Señor y el arrepentimiento de David
1 Cro 21.7-17
10 Pero, después de esto, David sintió remordimiento de haber hecho el recuento de la población, y dijo al Señor: «He pecado gravemente al obrar así. Dígnate ahora, Señor, borrar la falta de tu servidor, porque me he comportado como un necio».
11 A la mañana siguiente, cuando David se levantó, la palabra del Señor había llegado al profeta Gad, el vidente de David, en estos términos:
12 «Ve a decir a David: Así habla el Señor: Te propongo tres cosas. Elige una, y yo la llevaré a cabo».
13 Gad se presentó a David y le llevó la noticia, diciendo: «¿Qué prefieres: soportar tres años de hambre en tu país, o huir tres meses ante la persecución de tu enemigo, o que haya tres días de peste en tu territorio? Piensa y mira bien ahora lo que debo responder al que me envió».
14 David dijo a Gad: «¡Estoy en un grave aprieto! Caigamos más bien en manos del Señor, porque es muy grande su misericordia, antes que caer en manos de los hombres».
15 Entonces el Señor envió la peste a Israel, desde esa mañana hasta el tiempo señalado, y murieron setenta mil hombres del pueblo, desde Dan hasta Berseba.
16 El Angel extendió la mano hacia Jerusalén para exterminarla, pero el Señor se arrepintió del mal que le infligía y dijo al Angel que exterminaba al pueblo: «¡Basta ya! ¡Retira tu mano!». El Angel del Señor estaba junto a la era de Arauná, el jebuseo.
17 Y al ver al Angel que castigaba al pueblo, David dijo al Señor: «¡Yo soy el que he pecado! ¡Soy yo el culpable! Pero estos, las ovejas, ¿qué han hecho? ¡Descarga tu mano sobre mí y sobre la casa de mi padre!».
La construcción de un altar en la era de Arauná
1 Cro 21.18-28
18 Aquel mismo día, Gad se presentó a David y le dijo: «Sube a erigir un altar al Señor en la era de Arauná, el jebuseo».
19 David subió conforme a la palabra que le había dicho Gad por orden del Señor.
20 Arauná miró y vio al rey y a sus servidores que se dirigían hacia él. Entonces salió, se postró ante el rey con el rostro en tierra,
21 y dijo: «¿Por qué mi señor, el rey, viene a ver a su servidor?». David respondió: «Para comprarte esta era y erigir en ella un altar al Señor. Así esta plaga dejará de abatirse sobre el pueblo».
22 Arauná dijo a David: «Tómala, y que mi señor, el rey, ofrezca en sacrificio lo que mejor le parezca. Ahí están los bueyes para el holocausto, y los trillos y los yugos servirán de leña».
23 Arauná le dio al rey todo eso, y añadió: «¡Que el Señor, tu Dios, te sea propicio!».
24 Pero el rey dijo a Arauná: «¡De ninguna manera! La compraré por su debido precio; no voy a ofrecer al Señor, mi Dios, holocaustos que no cuesten nada». Y David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata.
25 Allí David erigió un altar y ofreció holocaustos y sacrificios de comunión. El Señor aplacó su ira y la plaga cesó de abatirse sobre Israel.